volcán

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sábado, 18 de octubre de 2014

Polvo de estrellas





Cada vez que la vida le asestaba un golpe, un pedacito de carne se desprendía de su cuerpo.
Igual que los pétalos de una flor marchita se sueltan de la corola, así, fragmentos de su materia se separaban poco a poco de si en los momentos más complicados de su existencia.

Enfrentarse a si misma, a sus miedos y sus dudas, era siempre un proceso terriblemente difícil, una guerra interna que en ocasiones le conducía a los abismos más oscuros . Aunque exhausta, siempre sobrevivía, fortalecida y un poco más sabia, pero el precio a pagar era una prenda física, una parte de su ser.

De algún modo, durante cada tregua, las células se recomponían de nuevo, formando y puliendo a base de lágrimas y suspiros, una figura uniforme y suave pero con algunos gramos menos en cada metamorfosis.

Y así, con el paso de los años, el cuerpo iba disminuyendo hasta que la piel fue tornándose casi transparente, y los nervios, los huesos y finalmente el corazón, se deshicieron también en polvo de estrellas.

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